sábado, 26 de julio de 2008

SUR, PAREDÓN Y DESPUÉS


Si arrastré por este mundo
La vergüenza de haber sido
Y el dolor de ya no ser
(Carlos Gardel: Cuesta abajo)
En Argentina todo remite al pasado. Resulta excesivo para un país haber sido Esperanza del Mundo y Granero de América o, como decían los cosmopolitas, “Mundial”, para caer en el paredón de las Malvinas y la trituradora neoliberal de Menem. Al porteño cada esquina le recuerda una mujer o un esplendor ya idos. Al visitante cada hora lo reenvía a un ayer más propio de lo que parece. En todos nuestros países se aplica el mismo Recetario para aniquilar Democracias. A los latinoamericanos nos unen tanto esplendores como calamidades.

Aquí está mi orgullo de antes
Bandoneón de mi pasado
(Rafael Rossá: Cuando fallan los recuerdos)
Durante la I Semana del Libro Venezolano en el Centro de la Cooperación Floreal Gorrini hablo de Soberanía e Integración. Soberanía la de Venezuela al evitar la privatización de PDVSA y de las aguas; la de Argentina al renacionalizar Yacimientos Petrolíferos Fiscales y los acueductos. Soberanía la de Argentina al intentar recuperar la aerolínea nacional, al reclamar sobre la IV Flota. Cinismo, el de Thomas Shannon al contestar que ésta no navegará ríos ni aguas territoriales. Integración, la forma de ganar juntos tantas batallas.

Te criaste entre malevos
Malandrines y matones,
Entre gente de avería
Desarrollaste tu acción
(Celedonio Flores: Mala entraña)
En Venezuela depende todo del subsuelo. En Argentina todo depende del suelo. Aquí una casta de burócratas quiso privatizar la energía fósil. Una casta de hacendados privatizó las tierras allá. Son gente de avería, que desarrolló latifundios matando indígenas, custodió su oligopolio con gobiernos de fuerza y moviliza para defender sus cercas una clase media aterrorizada por la televisión. Ya no cultivan para las necesidades internas: siembran soja, que comprende la mitad de las cosechas de Argentina y 20% de las exportaciones, pero casi no se usa como alimento humano y empobrece irreversiblemente los suelos. Ésta agricultura del hambre dispara el valor de las estancias y cría nuevos ricos de mala entraña dispuestos a tumbar democracias en aras del agronegocio. El gobierno aumentó los impuestos a la exportación de granos, hasta 35% la soja, el 28% el trigo, 25% el maíz, para aliviar la pobreza que en 2006 aquejaba al 26,9 % de la población, la indigencia que castigaba al 8,7%, y el desempleo que para 2007 superaba el 11%. En Venezuela la patronal quiso aniquilar la democracia con un paro petrolero, un bloqueo de alimentos y un llamamiento a la desobediencia tributaria. En Argentina buscan desmantelarla con la desobediencia tributaria, el bloqueo de alimentos, el paro agrario.

La gente es brutal
Y odia siempre al que sueña
Lo burla y con risas despeña
Su intento mejor
(Enrique Santos Discépolo: Infamia)
En la inauguración de la Cátedra Simón Bolívar en la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata expongo que cuando en Venezuela se desató la tormenta mediática contra el gobierno electo, éste sólo contaba con una televisora y una radio de servicio público, de alcance precario. Contra un aparato mediático dominado casi totalmente por los grandes propietarios, cuenta Cristina Kirchner con una televisora de servicio público y algunos programas de radio y emisoras comunitarias. Los medios de la patronal de estancieros exhortan a la paralización del país y al acoso a los defensores del gobierno democrático. Sus casas son atacadas por muchedumbres que les arrojan inmundicia y basuras. “Escrachar”, llaman a esta variante del fascismo vulgar, amenizada con música de cacerolas.

Quisiera que alguno pudiera escucharlo
En esa elocuencia que las penas dan,
Y ver si es humano querer condenarlo
Por haber robado… ¡Un cacho de pan!
(Celedonio Flores: Pan)
Camino por una avenida Corrientes opacada por la niebla. En la acera de enfrente, dos linyeras recogen desechos de un edificio en construcción y los apilan en un remolque más grande que ellos. Aparece un camión casi más grande que la cuadra con policías que buscan aquí y allá y se marchan. Los linyeras huyen arrastrando el remolque. En el Buenos Aires cosmopolita, cartoneros de las Villas Miseria periféricas recogen desperdicios que revenderán a los traficantes de basura para comprar un trozo de pan. Mientras tanto, los estancieros derraman la leche en las carreteras, cortan el suministro de alimentos al país que se ha atrevido a votar contra ellos.

¡Hoy resulta que es lo mismo
Ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro
Generoso o estafador!
(Enrique Santos Discépolo: Cambalache)
La pugna entre mayoría de votantes y minoría de propietarios se decide, como tantos dramas, por una traición. Así como un alcalde electo con votos bolivarianos ejecutó con su policía el golpe del 11 de abril, el vicepresidente Julio Cobos, elegido como compañero de fórmula de Cristina Kirchner, hunde con su voto en el Senado los impuestos a las exportaciones. Los diarios exhiben las listas de votantes, listas negras para muchos que quizá perderán su carrera política por haber desafiado al agronegocio.

La gente se te arrima con su montón de penas
Y tú las acaricias casi con un temblor…
Te duele como propia la cicatriz ajena:
Aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor.
(Aníbal Troilo: Discepolín)
El barrio del Boca, Caminito del viejo esplendor portuario, se ha venido a menos como una percanta cualquiera y las autoridades locales quieren arrasarlo para montar una zona rosa al estilo de La Costanera. Ello multiplicaría por diez los alquileres, y los movimientos sociales resisten. La Cooperativa Los Pibes erige ladrillo a ladrillo viviendas colectivas en solares derruidos, monta talleres en galpones de industrias abandonadas. Los afiches recuerdan un mártir: el “Oso” Cisneros. Sobre las máquinas se afanan muchachas que cosen uniformes escolares, en la cocina una voluntaria escandinava amasa el pan de la solidaridad, el único que se multiplica más que la tristeza, pues ésta, compartida, sabe a menos, y el pan compartido sabe a más.

lunes, 21 de julio de 2008

PUTRE


Eureka hurra grandes honras sean acordadas al inventor del papel putrescible destinado en principio a oler mal cuando pasara determinado lapso y así indicar que no debían consumirse ciertas mercaderías envueltas en él, quesos medicinas huevos o qué sé yo, bastaba estampar un sello con la fecha límite y a partir de ella el proceso se desencadenaba entonces los malintencionados que no faltan pensaron dirigir todas sus peticiones a la autoridad grandísima en papel putrescible con sellos que indicaban el plazo legal para decidirlas y si había retardo bueno entonces se vería. Transcurrió todo con la placidez acostumbrada produjéronse las acostumbradas condecoraciones declaraciones comisiones una mañana sin embargo en la gaveta del Director General sintióse algo cómo iba a ser no era posible y al abrir el despacho del Consultor aquí también pero cómo qué contratiempo quizá el Ministro pero entretanto el Ministro espanta moscas dando golpes con el chaleco y se hace imperativa la intervención de los bomberos que llegan con grandes máscaras y guantes de caucho y tenazas hasta que acuérdase el archivero de que el Estatuto prohíbe destruir los papeles antes de treinta años entonces se llama al Presidente pero el Presidente en esos instantes huye escaleras abajo hasta que los efectos de los depósitos en los sótanos lo obligan a huir escaleras arriba y en el piso del medio a tirarse por el balcón para evadir los efectos de una solicitud de patente, entre tanto en el Supremo Tribunal los magistrados incomódanse consúltanse escudríñanse atribúyenlo al expediente de un preso que abúrrese años ha esperado juicio envíanlo Tribunal subalterno pero incomodidad persiste y crece el primer alguacil desvanécese los secretarios ahóganse suspéndese audiencia balanza estatua justicia tintinea acometida por moscardones, pueblo acude al Palacio Legislativo donde una casi sólida peste emana de las graciosas cúpulas de los patios espaciosos de los locales de sesiones somnolientos, huida de vecinos, declárase estado de emergencia en papel putrescible que también entra en emergencia produciendo vergonzosa huida de mariscales de campo, y al final de todos los orificios de las públicas edificaciones mana hacia el exterior, e inacabablemente, una espesa miel fermentante, una irisada jalea desbordante de vapores malignos, en la cual confusamente sobrenadan palilleros, sacapuntas y ministros.