sábado, 25 de agosto de 2012

NO INVADÍ VENEZUELA PORQUE NO TUVE TIEMPO




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Según Maquiavelo, el Príncipe puede y debe cometer infamias útiles, pero en público debe parecer la moral, la religión y las buenas costumbres encarnadas. Nada de Príncipe tiene quien confiesa la intención de una infamia, no haber tenido tiempo o valor para cometerla, y lo hace cuando ya no puede llevarla a cabo. “No invadí Venezuela porque no tuve tiempo”, confiesa Álvaro Uribe, quien contó con diez años de poder y el apoyo u ocupación militar de Estados Unidos para ello ¿Por qué confiesa?

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Hace años sostengo que el plan maestro de Estados Unidos es suscitar una guerra entre Colombia y Venezuela para quedarse con las ruinas de ambos países. Indicios de que esta intuición pudiera no estar equivocada son: el hecho de que el presupuesto de Defensa de la Hermana República alberga más de medio millón de personas; de que Estados Unidos apoya este esfuerzo armamentista con los raudales de dólares del Plan Colombia y con tres bases militares que aspiraba elevar a nueve; de que en 2004 fueron detenidos más de un centenar de paramilitares que preparaban un magnicidio en Venezuela; de que en 2008 el ejército colombiano con logística e inteligencia estadounidense atacó a Ecuador; de que ambas agresiones fueron rodeadas de persistente campaña para incriminar a nuestro país como narcotraficante, dominado por la guerrilla colombiana y violador de los Derechos Humanos. A confesión de Uribe, relevo de pruebas: durante una década el presidente de un país vecino estuvo planeando invadirnos.

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Según contesta Hugo Chávez Frías, tiempo no le faltó, sino cojones. También, lógica. No es una minucia emprender una guerra con una República hermana sin haber ganado la que libra en su propio territorio. No es una menudencia tratar de acabar con un mandatario vecino sin tener asegurada la propia supervivencia política. Un pijama rojo pesa sobre el destino de quien los organismos de seguridad de Estados Unidos catalogan como el narco número 84. Todos los que sirvieron a la gran potencia, desde Rafael Leonidas Trujillo hasta Sadam Hussein en su insensata guerra con Irán, han sido luego destruidos por ella.

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No son una excepción los incursos en terrorismo masivo de Estado, como el japonés peruano o peruano japonés Fujimori. El Imperio y las oligarquías locales se sirven de ellos para desecharlos cuando devienen inútiles. En 2007, durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española en Cartagena, vi a Uribe tratando de congraciarse con Juan Carlos de Borbón, clamando con mano en el pecho que los neogranadinos siempre fueron “los más fieles súbditos de la Corona”. La supervivencia de Uribe depende de presentarse a toda costa como el más fiel súbdito de Estados Unidos, aunque ello implique la eternización del conflicto interno y la promoción de un todavía más insensato conflicto con toda América Latina y el Caribe.

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Pocas veces la carrera de uno exigió tan atroces sacrificios de todos. Esto debe ser evidente para las oligarquías locales colombianas, que probaron los resultados de una suspensión de relaciones comerciales con Venezuela. Para ellas, Uribe es un advenedizo, útil para ejercer el terrorismo de Estado desde el poder y para cargar con las culpas de él concluida su gestión, pero no para eternizarse como supremo árbitro de vidas y fortunas. Ya se sirvieron de él; no están dispuestas a que él se sirva de ellas.

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He señalado que por su posición estratégica entre dos mares, su abundante población, su producción agrícola, sus desarrolladas industrias, su activo comercio, Colombia puede ejercer una razonable hegemonía regional sin necesidad de empantanarse en sangrientos conflictos externos, que la enfrentarían con el ALBA, UNASUR, CELAC, MERCOSUR y el BRIC, y brindarían a la insurgencia interna la posibilidad de tomar el poder. De enfrascarse en esta política suicida, lo haría por decisión consensual de sus oligarquías, que saben lo que pueden perder, y no en interés de un político que lo ha perdido todo. Perro que ladra no muerde, sobre todo si no mordió mientras pudo.

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¿Y la oposición venezolana, cuyo jefe de campaña Leopoldo López se entrevistó con Uribe en la frontera? ¿Están con él, o con Venezuela? Que se dejen de hipocresías, recomendó Osvaldo Álvarez Paz. Veremos si se atreven.

Consulte también:

http://luisbrittogarcia.blogspot.com

Libros de Luis Britto en Internet:

Rajatabla: www.monteavila.gob.ve

Dictadura mediática en Venezuela: www.minci.gob.ve

http://www.facebook.com/Luis.Britto.Garcia



martes, 21 de agosto de 2012

CUANDO VEAS ARDER SIRIA




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Si algo tiene de malo esa filosofía oficial del imperialismo financiero llamada postmodernidad, es su sistemático reciclamiento de lo inaceptable. Si en literatura nos impone la reposición de la novela rosa y el policíaco, en cine nos vende la secuela del remake y el remake de la secuela, en economía el reestreno de la nunca solucionada crisis capitalista y en relaciones internacionales la aniquilación de países con el pretexto de salvarlos.

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Algo del Eterno Retorno nos harta en esta repetición de agresiones contra países petroleros o estratégicamente situados cerca de yacimientos de hidrocarburos, en esta intensificación de la campaña mediática contra gobiernos que se niegan a entregar los recursos energéticos a las transnacionales, en esta milagrosa proliferación de supuestos movimientos sociales que a su vez aportan inverificables víctimas cuya venganza exige alfombras de bombardeos caritativos del imperialismo humanitario, en los besos de Judas de la leal izquierda de la OTAN que exige solidaridad con los genocidios ejecutados por la Alianza Atlántica, en las execrables dictaduras de linchadores, pillos y forajidos que se abalanzan sobre lo que no pudieron destruir las cortinas de bombas.

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Por demás está decir que nos hastían la inutilidad de las alianzas regionales, la inefectividad de los llamamientos a la solidaridad, la ineficacia de los organismos internacionales que bendicen la destrucción de congéneres, la nulidad de los llamados éticos a los medios para que no presenten a los amenazados como amenazas, a las víctimas como victimarios, a la sanguinolenta destrucción de carne humana inocente como triunfo de la civilización, al desmantelamiento de países como progreso.

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Descartemos lágrimas, súplicas, apelaciones, intercesiones. Los matarifes seguirán destruyendo países y culturas para devorar sus restos, y medios de comunicación y Cortes Internacionales proseguirán bendiciendo genocidios y viviendo de las piltrafas que les arrojan los genocidas. Repasemos la experiencias. Contra fuerza de imperios sólo vale fuerza de pueblos. Contra conjura de potencias sólo vale desacuerdo de potencias.

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Repasemos el primer recurso y desechemos espejismos e ilusiones. Sólo la determinación inconmovible de un pueblo armado hace retroceder al imperialismo. Así ha sido en la Nicaragua de Sandino, en la Unión Soviética agredida por 16 potencias desde su primer día de existencia, en la China crucificada entre la invasión nipona y el ejército del Kuomingtan, en Yugoeslavia, en Corea, en Vietnam, en Cuba, en Afganistán. Al imperialismo no se lo detiene con buenas palabras, compromisos estratégicos, concesiones, donaciones para campañas electorales o adopción de políticas económicas suicidas. Al imperialismo sólo se lo detiene negándole por la fuerza lo que trata de conseguir con la violencia. Es el único lenguaje que habla, el único que entiende.

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Reexaminemos el segundo recurso. Estados Unidos obtuvo su Independencia gracias a la reyerta entre Francia e Inglaterra; nosotros conquistamos la nuestra en virtud de la confrontación entre Francia y España; la Unión Soviética nació durante el pleito entre potencias de la Primera Guerra Mundial, y la China comunista gracias a la trifulca entre imperialistas de la Segunda Guerra Mundial. Cuba resistió décadas aprovechando el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Siria podría sobrevivir gracias al veto de Rusia y de China en la ONU. Por fin despierta Rusia del espantoso marasmo en el cual la sumió la disolución de la Unión Soviética. Como apuntó Aníbal Nazoa, la humanidad comprendería bien pronto la inmensa tragedia de la desintegración del coloso socialista. Su heredera debe fijar posición ante la Guerra Mundial a fuego lento que lleva más de dos décadas declarada. Quien admite el sacrificio del planeta por partes, pronto será sacrificado.

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Como Siria, Venezuela posee recursos energéticos. Venezuela, al igual que Siria, está en zona estratégica en un mar clave. Ambas padecen un vendaval de calumnias mediáticas nacionales e internacionales. Las dos integran bloques de potencial solidaridad regional y cultural. Una y otra figuran en la lista de países a ser invadidos por Estados Unidos que reveló desde 2001 el general Wesley Clark. En ambas hay oposiciones apátridas dispuestas a destruir el país por una cuota de los despojos. En estrambas se han infiltrado paramilitares foráneos para sembrar el terror y el caos en el momento crítico. A ninguna le faltan países vecinos dispuestos a servir como sicarios de los imperios. Es correcta la posición de Venezuela de adelantar una diplomacia multipolar, abierta al Asia, al BRIC y al Tercer Mundo. Pero sólo decidirá el destino propio y el del mundo la determinación con la que se prepare y ejerza la resistencia.
(FOTO/TEXTO: Luis Britto).