domingo, 9 de junio de 2013

COLOMBIA Y LA OTAN


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Con los vecinos, decía el Benemérito Juan Vicente Gómez, ni tan, tan cerca, ni tan, tan lejos. Consejo todavía más válido cuando los vecinos se juntan con indeseables. Con la Hermana República de Colombia compartimos la partida de nacimiento como naciones libres, e incomodidades intermitentes, que imparten  a nuestras relaciones un tinte bipolar.
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Para dosificar la respuesta, conviene verificar si la juntilla es permanente y su propósito.  El presidente colombiano  Juan Manuel Santos, quien como ministro de la Defensa descargó una agresión contra Ecuador, recibe oficialmente a un candidato  derrotado que no reconoce ninguna de las instituciones de Venezuela, y que incitó en forma  pública a la violencia con saldo de una decena de asesinatos, más de ochenta heridos  y destrucción de sedes de atención médica y de organizaciones sociales. Durante su campaña, el perdedor recorrió estados fronterizos en Colombia y se encontró con el ex presidente Uribe, quien intentó aumentar el número de bases estadounidenses en su país y confesó  que no invadió Venezuela porque le faltó tiempo. Santos declara que su recepción fue un malentendido. No: todos  entendimos perfectamente. La agresión y la desestabilización contra países fronterizos parece haberse instalado como política permanente de las autoridades de la Hermana República.

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No mejora el entendimiento la  confesión de Santos según la cual “durante este mes de Junio suscribirá un acuerdo de cooperación con la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) para mostrar su disposición de ingresar a ella”. Y añade que “nuestro Ejército está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional. Ya lo estamos haciendo en muchos frentes" ¿Será un capricho transitorio? Recordemos que en los años cincuenta Colombia envió sus soldados como carne de cañón a Corea. En esta columna denuncié el 14-2-2010 que una Fundación para el Análisis Socio Económico (FAES) presidida por Felipe González, adelanta desde  2007 un programa auspiciado por José María Aznar, que incluye la restauración del dominio de España sobre América, la privatización de la Educación Superior, una Internacional de  partidos de derecha, y la declaración de que  “América Latina debe cooperar en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo internacional junto a Europa y América del Norte, mediante la creación de una asociación estratégica entre la OTAN y Colombia. Asimismo con aquellos otros países latinoamericanos que deseen sumarse a ella”. José María Aznar, Julio Borges, Leopoldo López, Andrés Pastrana, suscriben este llamado a la invasión… Santos que crece torcido, nunca su rama endereza.
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¿Qué es la OTAN? Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos necesitaba una estructura para mantener ocupada militarmente Europa y amenazar a la Unión Soviética y los países comunistas. Siguiendo el modelo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que obligaba a los países de América a defenderse mutuamente en caso de agresión extracontinental, en 1949 forzó a varios países ocupados por las tropas aliadas a integrar la  Organización del Tratado del Atlántico Norte. En adelante, ellos mismos deberían pagar los gastos de su propia ocupación. Pasó medio siglo, se desintegró la Unión Soviética, Europa Oriental se volvió capitalista, y la OTAN, en lugar de desaparecer, creció hasta constituir un monstruo que obliga a 28 países a mantener, para 2010, un total de 3.750.000 efectivos a un costo anual de 1.038.145 millones de dólares. Los países ocupados deben así pagar el gasto de su propia ocupación. La OTAN tiene una aspiración de eternidad: donde se instala, no se retira nunca. Un país que intentara salir de sus filas sería con toda seguridad aniquilado por sus benévolos aliados.
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Para apaciguar el escándalo creado por Santos al proclamar  “su disposición de ingresar a ella”, un vocero de la OTAN declara que no está prevista la incorporación de Colombia  porque excedería su “ambito geográfico”. Sólo ignorantes o ingenuos desconocen que desde su creación en 1949 la OTAN rebasó su área original en el “Atlántico Norte” para convertirse en un monstruo que comprende 28 Estados miembros, 22 países obligados a apoyarla en “Alianza por la paz”, y otros 15 involucrados en programas de colaboración. Esta pacífica organización criminal, que  es responsable de casi el 75% del gasto armamentista del planeta, ha ampliado sus operaciones de genocidio a Serbia, Afganistán, Irak, Somalía, Libia y además  Siria.
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También  la OTAN ha invadido el “ambito geográfico” de América Latina y el Caribe: en Argentina mantiene la base de Mount Pleasant, en las inmediaciones de Puerto Argentino y de la Costa Patagónica. En el Caribe mantiene  dos bases en Guadalupe,  dos en Martinica, una en Jamaica y otra en Grenada. Pero como Estados Unidos y el Reino Unido son países de la OTAN,  debemos adscribir a la ominosa banda delincuencial las 59 bases estadounidenses y las  seis  inglesas implantadas en América Latina. A ellas debemos sumar la gran base flotante de la IV Flota, que patrulla amenazadoramente el Atlántico y el Caribe.
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Bolívar siempre se opuso a la idea de importar monarcas europeos para que nos gobernaran, entre otras razones porque ello significaría trasladar a nuestras latitudes todos los conflictos dinásticos del Viejo Mundo. La implantación de la OTAN en la región nos convertiría en partes o víctimas de todas las disputas imperiales de un mundo en crisis. Nuestra América es Zona de Paz: conservémosla así.

TEXTO/FOTOS: Luis Britto

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